Los australianos nos brindaron un directo hipnótico, envolvente y emocional en uno de los shows más especiales del ciclo alma Occident
El idílico entorno del Parque Enrique Tierno Galván ha vuelto a acoger por segundo año consecutivo alma Occident Madrid, el ciclo estival de conciertos nacido en Barcelona. Tras el éxito de su primera edición, la propuesta ha regresado a la capital ofreciéndonos una cuidada selección de conciertos de géneros diversos y nombres de primer nivel. Desde el 19 de junio han pasado por el escenario del Tierno Galván artistas tan dispares como The Corrs, Wilco, Residente o Alan Parsons Live Project, reafirmando el espíritu ecléctico de alma y consolidando el evento como una de las grandes citas musicales del verano en nuestra ciudad.
Entre todas estas propuestas, la más electrónica del cartel, así como una de las más esperadas y celebradas, tuvo lugar el pasado sábado 28 de junio. Con el recinto a rebosar desde bien temprano a pesar de las altas temperaturas, la noche prometía ser especial, y no defraudó. El Tierno Galván, con su particular pista de baile en pendiente, su vegetación envolvente y su skyline madrileño como telón de fondo, volvió a recordarnos por qué es uno de nuestros espacios favoritos para este tipo de eventos.

Pese al lleno absoluto, la experiencia fue fluida, sin apenas colas en accesos, baños o barras, permitiendo al público disfrutar con total comodidad. Los encargados de dar el pistoletazo de salida a la tarde fueron Weval, un dúo que lleva años conquistando a los amantes de los sonidos electrónicos más delicados. Con su fusión a base de sintetizadores, melodías y vocales envolventes, los neerlandeses fueron la transición perfecta entre la calma de la tarde y la intensidad emocional que vendría después.

Y así, con el público entregado y el atardecer cayendo en el horizonte, llegó el momento que todos estábamos esperando: RÜFÜS DU SOL irrumpían en el escenario dispuestos a hechizarnos con su característico sonido emocional y una puesta en escena sencilla a la par que hipnótica. En un espacio al aire libre, donde lograr atrapar al púbico y crear una atmósfera envolvente no siempre es tan sencillo como en un recinto cerrado, los australianos lograron ofrecer una experiencia audiovisual dinámica y cercana. Los juegos de luces acompañaban cada beat con precisión, mientras las cámaras captaban a los integrantes del trío en directo, proyectando en las pantallas imágenes sincronizadas con la música que contribuyeron a potenciar esa conexión.
El concierto, enmarcado dentro de la gira de su último disco ‘Inhale/Exhale’ incluyó unos cuantos temas del álbum como ‘Break My Love’, ‘Lately’ o ‘Breathe’, que encajaron perfectamente junto a clásicos de sus anteriores trabajos, como ‘You Were Right’ o ‘On My Knees’. Pero la emoción alcanzó su punto álgido con dos de sus himnos más emblemáticos: el inconfundible ‘Underwater’ y el estremecedor ‘Innerbloom’, que desató la catarsis colectiva y nos dejó la imagen de un mar de móviles en alto inmortalizando el momento.
Tras hora y media de concierto que, por poner alguna pega, se nos hizo algo corto, la velada concluyó a ritmo de ‘Music Is Better’. Una despedida perfecta para un show que, sin duda, nos recordó que la música siempre es mejor cuando la compartes en vivo.
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